Una retrospección de cien años de la historia de las asambleas
escriturales de cristianos conocidas como “Hermanos”, es a la vez
interesante e instructiva. Revela la senda clara que el espíritu de
Dios trazó para los pies de los santos y en la cual el comienzo ellos
anduvieron con gozo e ilusión. También muestra los peligros en los
cuales muchos de los santos, por apartarse del camino, tropezaron con
resultados desastrosos. El transcurso de los años muestra una
perspectiva certera de cómo juzgar estas cosas.
Los hechos que se narran en estas páginas tienen el propósito de que
estos peligros se puedan evitar en los días venideros y que el pueblo
de Dios observe y ande en las sendas antiguas. Las verdades
escriturales que se redescubrieron y volvieron vivas y poderosas para
los santos de Dios cien años atrás son tan verdaderas y necesarias
ahora como entonces...
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Los problemas que surgen entre las Iglesias de los santos, nunca
provienen de la obediencia a la verdad, sino de apartarse de ella.
Los principios originales sobre los cuales los cristianos conocidos
como "Hermanos" se reunieron, son los de no permitir la división o
disensión, debido a que donde está el Espíritu del Señor hay libertad,
y el primer fruto del Espíritu es amor, gozo y paz.
Para que exista el sectarismo o disensión, debe haber una o algunas
personas no espirituales, que buscan restringir la libertad de las
Iglesias según su voluntad o causan contienda por orgullo, presionando
sobre sus propias opiniones como si fueran la Escritura o deseando
imponer su voluntad sobre otros por amor a la preeminencia. Sin
embargo, done se mantiene la espiritualidad verdadera, no sólo se
evitan estas cosas, sino también la asamblea es, en general, lo
suficientemente saludable como para expulsar a los hombres malignos
que llegan de improviso y para resistir los ataques de lobos bajo piel
de cordero...
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