Algunas costumbres antiguas
distan mucho de ser las actuales, por lo que no es muy fácil
entender las razones de ciertas desviaciones y problemas que
había entre los creyentes de la iglesia primitiva. Uno de
estos consistía en el modo incorrecto e irreverente de
celebrar la Cena del Señor en la iglesia en Corinto. Los
corintios habían seguido la costumbre de reunirse antes de
la celebración de la "Cena del Señor", para una comida
fraternal que recibía el nombre de "agape". En esa ocasión,
cada familia traía lo que podía de su casa, y se colocaba en
una mesa común, de modo que todos participaban de los
alimentos, sin distinción social y, por tanto, nadie quedaba
privado de alimentos, si no podía acudir con alguna
provisión porque "no tenía nada" (v.22).
Esta comida de amor se había convertido en una manifestación
de carnalidad e irreverente comportamiento, que estaba
acarreando ya la intervención divina en disciplina sobre
aquellos creyentes, por lo que estaban aprendiendo en propia
experiencia lo que Pablo enseñaba y recordaba en el capítulo
10.
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