Pablo continúa sus enseñanzas y correcciones
sobre el orden en los cultos. Algunos de los problemas que
ocurrían en la iglesia en Corinto fueron ya tratados en lo
que antecede de la carta. Ahora, aprovechando la consulta
que le hicieron aquellos hermanos sobre los dones, establece
primeramente la doctrina y luego detalla el modo para
usarlos correctamente en el ministerio dentro de la iglesia.
Es importante distinguir, en relación con el servicio en la
iglesia, los "dones del Espíritu", "el fruto del
Espíritu", y los "oficios espirituales". "El
fruto del Espíritu", tiene que ver con el carácter del
cristiano, en cuya manifestación actúa directamente el
Espíritu, identificando al creyente con el carácter del
Señor Jesús (Gá.5:22-23). Los "oficios espirituales"
son ciertas tareas que hombres realizan en la iglesia bajo
la dirección del Espíritu, que los "pone" para un
determinado servicio, que tiene que ver con una sola
congregación local, como es el caso de "ancianos" y
"diáconos". Finalmente, los "dones del Espíritu",
son elementos con los que Dios dota a creyentes, para el
ministerio de la edificación de su iglesia. El ministerio de
los dones es universal y no local, como es el caso de los
oficios.
La iglesia en Corinto tenía muchos creyentes con abundancia
de "dones" (1:5), pero habían caído en algunos
problemas. Algunos pensaban que los dones eran para provecho
personal y hacían alarde de los mismos. Otros pensaban que
había dones principales y secundarios, obligando a quienes
tenían los segundos a someterse al uso de los otros, aún en
la reunión pública. Había quienes pensaban que los dones
"espectaculares" reflejaban una mayor espiritualidad
para el que los poseía y abusaba en el ejercicio de ellos.
Todo lo cual traía un serio desorden en las reuniones de la
congregación. Pablo comienza presentando algunas bases
doctrinales (vv.1-6), y relacionando algunos de los dones (vv.7-11)
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