BOSQUEJO DEL ESTUDIO


APOCALIPSIS  5:1-14
EL CORDERO Y EL ROLLO SELLADO
 

A. INTRODUCCIÓN

1. El rollo en el cielo (5:1-14).

1.2.1. El rollo (5:1).

1.2.2. La búsqueda (5:2.5).

1.2.3. El Salvador soberano (5:6-7).

1.2.4. El cántico (5:8-14).

  

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A. INTRODUCCIÓN

El capítulo anterior tenía como centro la adoración a Dios como Creador. En éste, el centro es también Dios, pero como Redentor. Jesús es el gran vencedor. Mediante su muerte, sepultura, resurrección y ascensión a la diestra de Dios, es declarado como Hijo de Dios con poder, y tiene el nombre de suprema autoridad en cielos y tierra (Fil. 2:8-11). Dios ha delegado todo lo que tiene que ver con la acción divina sobre la historia humana a Cristo. Los acontecimientos futuros, especialmente lo que tiene que ver con el juicio sobre las naciones de la tierra (Ap. 3:10), están en la mano del Hijo. Esta actuación será también la preparación para el gobierno real de Dios sobre la tierra. Jesucristo, como Dios y Vencedor entronizado, aparece en la dimensión de Cordero-Jesús y tiene en su mano los destinos del mundo. Los planes de Dios para el futuro serán ejecutados por Cristo mismo. Estos acontecimientos están plenamente determinados por Dios y escritos por Él en un rollo sellado. Las huestes celestiales y los redimidos prorrumpen en alabanzas cuando el Cordero toma la suprema investidura. La alabanza a Dios en el capítulo anterior, está dirigida en este pasaje al Cordero. La proclamación de su majestad y gloria alcanza y se extiende a toda la creación (v. 13). La magnificencia del pasaje es progresiva, hasta incluir en la glorificación a todo lo que ha sido creado, tanto ángeles como hombres, como la creación en sí misma. El tema de la alabanza es la salvación de los redimidos y la investidura del dominio universal de Cristo en la historia cósmica. Una misma expresión de adoración y acatamiento se funden el Padre y el Cordero. Todos los seres creados rubrican el himno universal en un glorioso Amén. Y todos ellos caen en adoración ante el trono donde se manifiesta la deidad del Padre y del Cordero. Estos dos capítulos son esenciales para comprender el mensaje del libro. La incapacidad del hombre contrasta con la capacidad del Cordero de Dios. La victoria que el hombre no puede alcanzar se obtiene por medio y a través del Cordero. Él es el único que puede desatar los sellos y cumplir en plenitud el propósito de Dios. Los sellos abrirán las primeras manifestaciones de la ira judicial de Dios sobre el mundo.  Y la victoria definitiva del Señor sobre el que había usurpado el control y dominio de este mundo. Cuando Dios creó al hombre, lo hizo propietario de toda la tierra y le concedió derecho sobre ella (Gn. 1:26-28). Cuando el hombre cayó en el pecado, perdió el control y derecho al ejercicio de autoridad sobre la tierra, transfiriéndolo por derrota a Satanás, quien vino a ser el príncipe de este mundo y su sistema (Jn. 12:31; 16:11). Con su arrogancia y perversa maldad vino a constituirse como el dios de este mundo (2 Co. 4:4; Ap. 13:2-4). Él usurpador y sus huestes fueron derrotados en la cruz (Col. 2:15). El cetro de autoridad fue arrebatado por quien es Vencedor. Es cierto que aparentemente no ejerce ese derecho, sin embargo, Él es el único digno de abrir los sellos y tomar a su cargo el juicio sobre un mundo bajo el control del maligno. El capítulo abre la puerta que introduce a la panorámica de actuación en esa dimensión. La división para el estudio es sencilla: (1) La visión del rollo (v. 1); luego la búsqueda de alguien digno de tomarlo y abrir sus sellos (vv. 2.5); seguidamente la presentación del glorioso Salvador y Soberano (vv. 6.7); y, finalmente, el cántico de alabanza y adoración (vv. 8-14).