APLICACIÓN PERSONAL

1.

Un tiempo de enormes dificultades.

 

1.1.

La persecución de los santos y las maquinaciones de (Ap. 13:11-17).

 

1.2.

Sin embargo, nada escapa al control del Soberano que conduce todo para el cumplimiento de sus designios.

 

1.3.

El creyente debe huir del espíritu del anticristo que ya está operativo en el mundo (1 Jn. 2:18-23).

 

 

1.3.1.

El secreto victorioso tiene que ver con permanecer en la fe (1 Jn. 3:24).

 

 

1.3.2.

Permanecer firmes en la verdad predicada, es mantener comunión con Dios (1 Jn. 3:24b).

 

 

1.3.3.

Pro todo ello hay una importancia grande en profundizar en el conocimiento de la Palabra de Dios y vivir conforme a ella.

2.

Un párrafo importante.

 

2.1.

Se transcribe un párrafo del Dr. Lacueva, que po r su importancia merece la pena incluirlo en estas notas.

 

 

 
“Seguramente, habrá entre mis lectores de opinión fuertemente premilenialista y pretibulacionista muchos que dirán: ‘¡Eso no cuenta para mí ni para los míos!’ A este respecto, quiero hacer dos importantes observaciones:

(a) No se olvide que estamos hablando de ‘opiniones’,  por muy respetables que sean y por muy respaldadas que las creamos por la Palabra de Dios. Que habrá un reino mesiánico milenario es, en mi opinión, cosa segura, pues está respaldada, no sólo por lo que vemos en el Apocalipsis, sino también por lo que vemos en todos los escritos proféticos del A.T. Que la Iglesia habrá sido arrebatada antes del Milenio, parece también cosa segura, aunque no se puede afirmar con la misma seguridad que el hecho del futuro reino milenario. Que la Iglesia será arrebatada antes de la Gran Tribulación y, por tanto, sin pasar por ella, es algo que sostengo como lo más probable, pero no lo puedo afirmar con la misma seguridad que las dos proposiciones anteriores. Si lo hiciere, me tendría a mí mismo por ‘fanático’, algo que no cuadra con mi carácter personal.

(b) Segunda observación, y todavía más importante que la primera: Es sumamente necesario que cada lector se examine seriamente a sí mismo (‘por sus frutos los conoceréis’- dijo el Maestro en Mt. 7:16, 20) para ver si es o no un verdadero creyente, nacido de nuevo. Es cierto que todo cristiano sincero puede disfrutar de paz, alegría y consuelo al leer u oír aquellas palabras del Señor Jesús en Lc. 21:28: “Cuando empiecen a ocurrir estas cosas, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redcnción” (NVI. Comp. con Ro. 8:23) Pero la urgente y quemante pregunta es: ¿Puedo decir sinceramente, con los frutos a la vista, que soy un nacido de nuevo? ¿Muestro en mi conducta el horror al pecado y el verdadero amor a Dios y a mis hermanos? ¿Soy un cristiano carnal, con motivos suficientes para dudar de mi salvación por falta de dedicación al Señor o por sobra de amor a las cosas terrenales? ¡Lector amigo! Estamos ante un asunto muy solemne”