El
capítulo que se considera está dentro de un paréntesis
que se produce en el tiempo. Es un intervalo entre las
siete trompetas y las siete copas de la ira de Dios, que
será derramadas al final de la acción divina en la
ejecución de Su programa. Debe recordarse que la séptima
trompeta introduce el momento del fin de todo el sistema
del tiempo de los gentiles. El sonido de la trompeta el
“misterio de Dios se consumará, como Él lo anunció
a sus siervos los profetas” (10:7). Juan recibió
visiones que se presentan en el libro a modo de paréntesis
y que permiten conocer las circunstancias que anteceden
y son causa de los acontecimientos finales. Es una
preparación para que el lector comprenda el final de la
larga lucha que se desarrolla entre el sistema de
oposición a Dios, liderado por Satanás y Dios mismo.
Esta lucha histórica llevada a cabo a lo largo de todo
el tiempo de la humanidad, se concretará en la acción
llevada a cabo por el Anticristo, que intentará
pervertir a los hombres y oponerlos a Dios. En el pasaje
que se estudia, se anticipa ya la victoria del Cordero.
Mediante cuatro escenas, Juan describe aspectos que
ponen de manifiesto el control absoluto de Dios sobre
todas las cosas. La ejecución del programa divino para
los últimos tiempos será llevado a cabo
indefectiblemente. El primer cuadro que se contempla es
de dimensión celestial, con la revelación del Cordero
rodeado de los 144.000 que fueron sellados anteriormente
y enviados para un ministerio en la tierra. Aunque
aparentemente el Anticristo los venció y mató (13:7),
están victoriosos en la presencia del Cordero. El
segundo cuadro ofrece una perspectiva de gracia. En
medio de los conflictos producidos por la rebeldía de
los hombres y el juicio de Dios sobre el mundo, el
evangelio se proclama a todo el mundo, dando a los
perdidos una nueva ocasión de salvación. El tercer
cuadro establece un contraste entre el destino de los
impíos y el de los santos. Una solemne advertencia
sobre el estado eterno debiera servir de acicate para el
lector no creyente en cualquier tiempo. Por otro lado la
perspectiva gloriosa de la vida perdurable para el
salvo, estimulará al gozo del corazón cristiano. El
cuarto cuadro expresa la dramática siega y la vendimia
judicial de la tierra. La visión global tiene que ver
con el Cordero en el monte de Sión, lugar establecido
como trono de gobierno para el futuro del reino de Dios
en la tierra.
Esto se convierte en un canto de triunfo. Satanás
logra establecer su reino durante un tiempo corto sobre
la tierra, pero el futuro estará en las manos del
Cordero de Dios. Todo el pasaje presenta la victoria de
Dios derrotando a quienes se opusieron a Él y su
voluntad. Este paréntesis es una revelación anticipada
del triunfo de Cristo. En él se aprecia también lo que
ocurrirá con quienes sean muertos por no recibir la
marca de la bestia, y el fin del Anticristo y sus
seguidores.
La
división para el estudio se establece así: Bajo una
serie de revelaciones celestiales (14:1-20), se
distinguen cuatro escenas: (1) Las indicaciones
celestiales sobre los 144.000 (vv. 1-5); (2) Las
manifestaciones sobre el evangelio eterno (vv. 6-8); (3)
Las revelaciones sobre los adoradores de la bestia (vv.
9-13); y (4) Los detalles sobre la cosecha y vendimia de
la tierra (vv. 14-30).