BOSQUEJO DEL ESTUDIO

 
FILIPENSES 1:1-30
EL SIERVO GOZOSO DE CRISTO
 

III. EXÉGESIS DE LA CARTA

2. Circunstancias personales de Pablo (1:12-26)

2.1. Su prisión como medio de evangelización (1:12-20)

2.2. Su disposición para glorificar a Cristo con su vida (1:21-26)

3. Exhortaciones (1:27-30)

3.1. Exhortación a una vida santa (1:27-28)

3.2. Exhortación a una vida comprometida (1:29-30)

  

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A. INTRODUCCIÓN


La Epístola del apóstol Pablo a los Filipenses, es uno de los más admirables tesoros de la Revelación. Ningún creyente que la lea y estudie con actitud humilde podrá dejar de experimentar un notable cambio en su vida cristiana. En un mundo donde el hombre procura encontrar la paz personal y el gozo íntimo sin alcanzarlos, la epístola expresa el modo de llegar al gozo abundante: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: “Regocijaos!” (4:4). Por otro lado, en un mundo donde el consumo y el deseo de poseer mas cosas para un mejor nivel de vida arrastra a muchos a una existencia mezquina y triste, la carta da al cristiano el secreto para una vida de gozo en cualquier circunstancia o situación personal: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mí situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (4:12). Los abundantes recursos que el creyente necesita para una experiencia de íntima felicidad personal proceden del Señor, de tal modo que el cristiano puede decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (4:13). Quien  escribe de este modo es un prisionero que esperaba incluso, una posible condena a muerte. La carta, pues, no sólo revela el secreto de la felicidad, sino que pone a un cristiano como ejemplo de ese estilo de vida. Todo esto confiere al escrito un encanto peculiar, a pesar de no ser la más extensa de las cartas paulinas. Escrita desde la prisión, junto con Efesios, Colosenses y Filemón, produce el admirable contraste entre los sufrimientos y el gozo y la paz cristianos. La teología se combina con la práctica de la vida cristiana, anunciando el triunfo de la vida en Cristo. Un párrafo de Walvoord sirve para resumir estos aspectos: “En un mundo moderno saturado de secularismo, incredulidad y materialismo, y muy a menudo colmado de los lujos sin paralelo de la vida moderna, puede parecer a primera vista que una carta escrita por un preso encadenado no tiene ninguna relevancia para nuestra escena contemporánea. No obstante, el estudio cuidadoso de esta epístola, en la que se nos revela el asombroso triunfo del apóstol incluso en medio de grandes sufrimientos, pronto sacude la capa de moderna superficialidad de nuestro mundo actual, y pone al lector cara a cara con los valores espirituales últimos, que satisfacen al corazón y que dan gozo y paz en una manera en que ninguna comodidad o placer modernos podrían imitar. Para aquellos que buscan profundidad en las cosas espirituales, una verdadera intimidad con el Señor Jesucristo, y una vida que cuenta para la eternidad, esta epístola ofrece infinitos tesoros”[1]. Éste es, pues,  uno de los más afectuosos escritos de Pablo, lleno de palabras de aliento. El gozo y la paz se respiran continuamente en el discurrir de su texto, a pesar de que fue escrita desde la cárcel. No hay sensación de abatimiento ni de inquietud alguna en el escrito. La carta está dirigida a creyentes que también estaban experimentado la consecuencia lógica de una vida comprometida con el Señor, sufriendo dificultades. Desde el principio del texto, el gozo fluye en las palabras del apóstol, que como escrito inspirado comunican y expresan el pensamiento de Dios.  Como es natural en todo escrito propio de los tiempos de Pablo, la epístola comienza indicando el autor y destinatarios, pasando al saludo introductorio (vv. 1-2). La gratitud que Pablo sentía por la obra de gracia realizada por el Señor y manifestada por la realidad de aquella iglesia, le lleva a expresar palabras de gratitud en oración, alabando al Señor por la eficacia de la proclamación del evangelio (vv. 3-6). En ella expresa sentimientos íntimos y personales de afecto entrañable hacia quienes son sus hijos en la fe, manifestándoles que continuamente están presentes en sus oraciones de intercesión. El afecto que profesa hacia aquellos creyentes es sobrenatural y resultado de la experiencia de Pablo en la identificación con Cristo (vv. 7-8). El pasaje pone de relieve el deseo personal del apóstol para el enriquecimiento espiritual de los filipenses, tanto para el tiempo presente como para el momento de la glorificación (vv. 9-11).A pesar de su condición como prisionero de Cristo, a riesgo de su propia vida en la sentencia que esperaba de su juicio, Pablo no deja lugar al desánimo. Él sabe para que fuera llamado por el Señor: Primeramente para llevar el evangelio a los gentiles (Hch. 9:15); pero también para experimentar en el sufrimiento, el costo del compromiso con Cristo (Hch. 9:16). Ambas cosas se estaban cumpliendo en su experiencia, por tanto, tenía evidencias de que su vida discurría conforme a la voluntad de Dios y bajo Su providencia. El apóstol veía todas las cosas desde el cumplimiento de su misión, esto es, el progreso del evangelio. Su prisión es motivo de gozo porque es el modo de evangelizar a quienes no hubieran sido alcanzados de otro modo par Cristo (v. 12). El informa gozoso de como la causa de la prisión y la presencia del prisionero, eran conocidas en la “casa del César”, el pretorio, y algunos de la administración imperial (v. 13). Por otro lado, su optimismo se asienta en el estímulo que su condición de prisionero de Cristo produjo en muchos hermanos, que anunciaban el evangelio sin temor (v. 14). A pesar de las diferentes razones para la predicación (vv. 15-17), lo cierto es que el evangelio se estaba anunciando con mucha intensidad (v. 18). Otra razón de su gozo y optimismo era la esperanza de su liberación, como respuesta a las oraciones de los creyentes (v. 19). No obstante, si la sentencia, en lugar de liberación resultase en condena a muerte, Cristo sería también glorificado (v. 20). La razón de la vida de Pablo era Cristo, y el modo de vida era viviendo a Cristo (v. 21). Las dificultades cotidianas y los sufrimientos le llevaban a desear estar con el Señor, no obstante, si su presencia en la obra era mejor para sus hermanos, estaba dispuesto a cualquier sacrificio por el bien de los creyentes (vv. 21-26). En medio del gozo las palabras de exhortación a una vida cristiana que dignifique el evangelio, a la vez que, en un correcto entendimiento del compromiso cristiano, el temor a los que se oponen a la evangelización desaparecería (vv. 27-28). Finalmente el párrafo concluye con un llamado a considerar el padecimiento por Cristo como una concesión de la gracia que antes actuó en salvación, poniéndose él como ejemplo alentador para los filipenses (vv. 29-30).
 


[1] John F. Walvoord. Filipenses, triunfo en Cristo. Grand Rapids. 1980. Pág.7