La Biblia es el "Libro de
Dios", sus palabras son Palabra de Dios y toda ella está
inspirada por Él (2.Ti.3:16). En ese mismo texto, el apóstol
Pablo afirma que toda ella “es útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. Por
tanto, el Antiguo Testamento, siendo Palabra de Dios, es
necesario estudiarlo para no perder las bendiciones antes
mencionadas y el efecto que la Biblia produce sobre todo el
que la estudia (He.4:12).
En el Antiguo Testamento, se encuentran los llamados “libros
históricos”, que son aquellos que registran acontecimientos
de la historia de Israel, o de otras naciones vinculadas a
ella. Aparecen inmediatamente después del Pentateuco y
comprenden un período de la historia de Israel, desde la
entrada en la tierra de Canaán, hasta aproximadamente el
siglo V a.C., si bien la historia de Israel debe ser tomada
ya desde el capítulo 12 del libro del Génesis.
Los libros históricos son una gran fuente de enseñanza para
los creyentes de la actual dispensación, y los hechos
registrados en ellos están escritos para la amonestación de
los cristianos (1.Co.10:6,11); de tal forma que cuiden
grandemente del modo de vida, en santidad y obediente
humildad delante del Señor (1.Co.10:12).
Los libros históricos están escritos, como el resto de la
Escritura, para revelar a Dios en toda la grandeza de su
gloria y poder, de modo que pueda conocerse mejor al único
Dios verdadero, que es el Dios de la Biblia. No es la gloria
de los personajes que actúan en la historia hebrea lo que se
destaca en el pasaje bíblico, sino la de Dios que conduce y
actúan en ellos y por medio de ellos. Los hombres aquí, como
en todo, son instrumentos en las manos del Dios Soberano, en
el cumplimiento de Sus propósitos.
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