APLICACIÓN PERSONAL

   

1.

La diligencia en la obra de Dios.
  1.1.

Gedeón era un hombre diligente en iniciar las tareas que Dios le había indicado.

  1.2.

La obra de Dios requiere creyentes diligentes y comprometidos para llevarla a cabo.

  1.3.

Pablo lo expresa con claridad (Ro.12:11)

  1.4.

La obra de Dios exige el compromiso diligente de quienes son conscientes de  posición espiritual y sus deberes para con el Señor.

2.

La obra de Dios debe llevarse a cabo con personas comprometidas y dispuestas al sacrificio.
  2.1.

Como en el caso de Gedeón, no hay lugar para quienes son vacilantes, y sienten temor por la acción espiritual en que se desarrolla la actividad de servicio.

  2.2.

No hay lugar para quienes hacen de la comodidad un asunto prioritario.

  2.3.

La obra de Dios exige compromiso y decisión.

  2.4.

La escala de valores que debe asumirse está claramente expresada por Cristo mismo (Lc.14:26,27,33).

3.

El creyente debe ser una persona rendida a Dios.
  3.1.

El notable ejemplo de Gedeón (v.15).

  3.2.

La adoración expresa la disposición de reconocimiento supremo de Dios y entrega incondicional del creyente.

  3.3.

La máxima expresión de adoración es la entrega de la vida al servicio del Señor (Ro.12:1).

  3.4.

Quien adora acepta y se somete incondicionalmente al plan de Dios.

4.

El líder bíblico es una persona alentadora.
  4.1.

El ejemplo de Gedeón es notable (v.15).

  4.2.

El líder espiritual tiene su visión orientada conforme a la visión divina.

  4.3.

No ve las dificultades como sería natural desde el punto de vista humano, sino como algo superable por el poder de Dios.

  4.4.

Un líder con carácter negativo, contagia su negativismo a quienes le rodean.

  4.5.

La iglesia necesita creyentes que vean la obra de Dios desde el plano divino y no desde las carencias humanas.

5.

El líder bíblico es una persona digna de ser imitada.
  5.1.

Gedeón pidió a quienes le acompañaban que hicieran lo que él hacía (v.17).

  5.2.

Pablo utilizó una frase semejante (1.Co.4:16; Fil.3:17).

  5.3.

El liderazgo de los tiempos fundacionales de la iglesia era digno de ser imitado (2.Ts.3:7).

  5.4.

Los líderes de la iglesia local deben llevar una vida que sea digna de la fe que predican, de modo que las generaciones futuras puedan “imitar su fe” (He.13:7)

  5.5.

A los maestros bíblicos, pastores y ancianos de las iglesias, se les requiere para que sean ejemplo a quienes son conducidos por ellos (1.Ti.4:12; Tit.2:7).

  5.6.

El secreto de un líder que deba ser imitado consiste en la imitación que él esté haciendo de Cristo (1.Co.11:1).

  5.7.

El secreto está en una vida que discurra con los ojos puestos en Jesús (He.12:2).

6.

La batalla es del Señor.
  6.1.

Mientras Dios no intervenga no habrá ninguna posibilidad e conseguir victorias espirituales.

  6.2.

Los recursos de Gedeón eran muy pocos, pero tenía la ayuda de Dios (v.9).

  6.3.

La iglesia tiene, en sus miembros, menos fuerza para la lucha espiritual, ya que el enemigo que se opone es muy superior (Ef.6:12).

  6.4.

Dios no usa grandes masas de personas para hacer Su obra, sino las necesarias.

  6.5.

Esto puede servir de aliento en momentos en que hay pocos dispuestos a pagar el precio del compromiso y servir al Señor.

  6.6.

Dios usa creyentes activos, dispuestos a dejar la comodidad y cuanto tienen para servir al Señor (Fil.3:7-8).

  6.7.

La Escritura provee del aliento necesario para las circunstancias actuales (Ro.8:31; Fil.4:13).

7.

Una hermosa ilustración (7:20).
  7.1.

El reino de las tinieblas es derrotado por los gritos jubilosos de los hijos de luz, que llevan las buenas nuevas del evangelio de la gracia de Dios.

  7.2.

La luz de aquellos estaba en tinajas de barro, la luz del creyente está en vasos de barro (2.Co.4:7).

  7.3.

El creyente es una luz que debe alumbrar y brillar en las tinieblas de la noche de este mundo (Fil.2:15).

  7.4.

Lo mismo que en los días de Gedeón, aquel ejército comparado con los madianitas era poco menos que lo vil del mundo, pero bastó para desbaratar las tiendas de Madián, así también el creyente hoy (1.Co.1:27).