“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1ª Tesalonicenses 5:18) En cualquier circunstancia o situación el que ora debe ser agradecido, dar gracias. Esta expresión en todo, no tiene que ver tanto con agradecer la situación en que nos encontramos, que puede ser penosa, sino dar gracias en toda circunstancia por la que atravesemos. Debemos ver las pruebas como una concesión de la gracia para el desarrollo espiritual. El apóstol nos llama a dar gracias en todo, es decir en todos los momentos. Es difícil manifestar gratitud en medio del conflicto, pero hemos de entender que las circunstancias, por adversas que sean, nunca nos impedirán ser vencedores en Cristo. Este es el más excelente motivo para dar gracias, porque “¿quién nos separará de amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o desnudez, o peligro, o espada? … Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó” (Ro. 8:35-37). Debemos expresar gratitud siempre porque no sólo somos vencedores, sino que somos mas que vencedores en las situaciones más difíciles y en los tiempos mas conflictivos. Es por eso que podemos y debemos decir: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Co. 2:14). La acción de gracias se expresa también en medio de la prueba, porque es la voluntad de Dios. No hay nada en nuestra vida que esté fuera del control del Señor. Cada una de nuestras muchas dificultades es conducida por Dios para nuestro bien (Ro. 8:28). Esto tiene que ver con la soberanía divina, porque todas las cosas son la voluntad de Dios para nosotros en Cristo Jesús. Él tiene control sobre todo y pone todo a su servicio, ya que “por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven” (Sal. 119:91). El Soberano Dios tiene a su servicio todas las cosas, toda la creación, los ángeles y los reyes de la tierra. Ninguna circunstancia surge sin Su consentimiento y nada escapa a Su conocimiento, ni puede oponerse a Su voluntad. Aquello que aparentemente es angustia y aflicción, es orientado por Él para fortalecer nuestra fe y potenciar nuestra paciencia. Las aflicciones vienen sólo cuando son necesarias y persisten sólo por un poco de tiempo (1 P. 1:6-7). Las intenciones de los malos son revertidas en bendición, como decía José: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Gn. 50:20). Incluso los objetivos satánicos no escapan al control de Dios; nada podrá hacernos sin el consentimiento divino que establece los límites a la prueba (Job. 1:12; 2:6). Cuando estemos pasando por circunstancias adversas, cuando haya en nuestra vida preguntas sin respuesta, cuando nuestra fe desfallezca por las angustias de la vida, cuando las lágrimas llenen los estanques, cuando el valle de sombra de muerte nos envuelva y el temor estremezca nuestra alma, esta verdad vendrá a nosotros afirmando nuestra fe: “porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”. Debo volver a la oración de gratitud sabiendo que mi Padre nunca me dará nada que no sea de provecho para mí. Cada prueba es el peldaño de la escalera que me acerca más a Él. Ayúdame, Señor, a darte hoy y siempre gracias en todo. Amén.
(Ministerio
Pastoral de Aliento - Samuel Pérez Millos) |
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